Más peligroso que el humo del tabaco

Muchas culturas en todo el mundo ocupan el fuego producido por leña para satisfacer sus necesidades de alimentación, calefacción e iluminación, pero sin saber que sin una adecuada ventilación el humo es capaz de afectar seriamente el organismo e incluso acarrear una muerte prematura.
“La contaminación del aire interior es el cuarto factor de riesgo más importante” para la reducción de la esperanza de vida, por delante de la mala alimentación, la hipertensión y el cigarrillo, explica Ross Anderson, profesor de epidemiología y salud pública de la Universidad de Londres.
La forma más tradicional del ser humano de cocinar sus alimentos, calentar su hogar y hasta remediar los problemas de oscuridad en las poblaciones más alejadas y marginadas, es la más riesgosa para la salud. Se trata del uso de la leña tanto para calentones como para estufas para cocinar, pues se ha descubierto que inhalar el humo de la leña es más grave que fumar tabaco y produce enfermedades tan graves como el cáncer de pulmón, de boca, nasofaríngeo y laringe, asma, infecciones respiratorias y hasta desprendimiento de la retina del ojo. Lo anterior lo dieron a conocer Emilio Elías Terrazas, titular de la Comisión para la Protección Contra los Riesgos Sanitarios
La Organización Mundial de la Salud concluyo que las enfermedades derivadas por el uso de combustibles sólidos pueden ser responsable de 800 000 a 2,4 millones de muertes prematuras cada año, un número que supera a las provocadas por la contaminación del aire exterior, tabaquismo e hipertensión.
La mejor forma de prevenir enfermedades reside específicamente en la adecuada información de los efectos dañinos del humo de leña. De este modo se usara con las debidas medidas de seguridad y ventilación.